martes, enero 25, 2005
COMO AVIONES
topus magnificus again ?D
El sábado 15/1/2005 Moises , su hermano Luis, César y yo nos movemos desde Solares hasta Asón en el coche de César. Desde luego hay que reconocer que César tiene ganas de conducir y buena actitud ya que, cuando salgamos de La Fresca, el se va con su nuevo carrito a Madrid para llegar la misma noche del sábado (seguramente tiene una poderosa razón que le espera en Madrid). Yo suelo bromear con César acerca de la capital preguntándole como le va en el infierno; pero hay que reconocer que su adaptación a Madrid es excelente. Posiblemente mejor que la que yo pude lograr en los 26 años que viví allí. En realidad César ya tiene cara de madrileño y razona como un madrileño; pero, ¿cómo razona un madrileño?. Bien, si lo deseais os pondré ejemplos de cómo funciona la mente de un madriles típico: cuando un madriles anda por las calles de su ciudad siempre va calculando como avanzar entre la circulación esperando lo mínimo en los semáforos; si hace falta se hecha una carrerita y hace frenar a algún coche pa no tener que esperar un par de minutos. Los movimientos en los transbordos de metro son rápidos para no perder un posible convoy y si esta llegando alguno se corre y se entra lanzado antes de que se cierren las puertas. Todo lleva un periodo mental de planeamiento. Es muy ilustrativo: si piensas que ir al cine en Madrid consiste en acercarte al cine, sacar una entrada y ver la peli estas soñando. Madrid requiere un proceso para ver una peli y debes dedicar varias horas a ello. A consecuencia de todo esto las personas que viven en Madrid se transforman con rapidez. César ha completado su transformación. Quizás el no lo sabe aún pero es así. Por otra parte está Moisés. Y su hermano Luis. A Luis no le gusta estudiar y ahora esta aprendiendo fontanería en Cabezón de la Sal. La fontanería está muy relacionada con la espeleología. En ambas se trata el tema de desatascar y desobstruir. Además en las cañerías se forman depósitos de cal similares a los que se forman en las cavernas. y de vez en cuando entran en carga los sifones y no dan abasto. Para cualquier espeleólogo la fontanería de su carburero es esencial y conlleva profundos estudios que no siempre acaban con éxito.
Como os estaba contando nos dejamos caer por Asón con cierto ambiente de sur y los colores nítidos. Por la Iglesia no había nadie, pero cuando estábamos acabando de prepararnos paso una pareja de excursionistas con su hijo adolescente. Hacía un año que no transitaba por el camino del valle y los tubos de PVC siguen todavía donde los dejaron. En principio los tubos estaban destinados a la captación de agua potable desde el Alto Asón pero, no sabemos si por desidia o porque no han terminado las obras aún, los tubos están allí tirados. Subimos entre bosque de carrascas hasta la doble boca de la Fresca (observo que a pesar de la experiencia los espeleólogos siguen poniéndose el mono de nylon para subir cuestas; se trata de sufrir en plan morbo). Me quedo el último y dejo que me esperen pues el cuerpo me pide hacer todo con calma. La Fresca te regala con un par de arrastradas para abrir boca pero en un momento salimos a galerías agradablemente altas y amplias. Nos maravillamos de lo hermosonas que son las galerías de la Fresca; alguien comenta –no sé si César o Moisés- que se formaron en épocas de lluvias tropicales. No sé cuando se formaron pero son magníficas. El pasamanos del Bloque 56 y del Tracastín están bien equipados. La zona fangosa está con tanto fango como siempre pero las huellas hacen que no sea tan complicado pasar los charcos más profundos. Aún recuerdo algún caso de espeleólogo que ha perdido la bota metiendo la pata en el fango. La Vira de la Araña esta muy bien equipada también, aunque las cuerdas resbalan que da gusto, y la zona del Gran Atajo nos lleva con la lengua fuera hasta el Cañón Rojo.
El tránsito por el Cañón Rojo no es precisamente sencillo y a pesar de que ya he estado cuatro veces por la zona intermedia tengo que pensar por donde hay que seguir. Al cabo de un rato llegamos al pozo que hay que instalar para cambiar de nivel en el Cañón. Rodeo un bloque con un lazo de cuerda del tamaño de un búfalo y desciendo unos diez metros en rampa y desplome hasta la cabecera, equipada con dos spits, de un pequeño pozo. La cuerda roza en una zona arcillosa y húmeda pero como las distancias son escasas el roce es despreciable. Durante el descenso de mis compañeros caen abundantes piedras que se acercan hasta donde estoy refugiado. Una piedra más atrevida me obliga a dar un salto y me pego un golpe genial en la espinilla. Veo todas las constelaciones y galaxias y llego a pensar que no voy a poder caminar. Al poco tiempo se me pasa y llegamos a un final aparente del Cañón Rojo en que techo y suelo arenoso se juntan. A mano izquierda encontramos el comienzo de una gatera que se convierte en un perfecto laminador entre grandes lajas planas que nos acaba vomitando por las fauces de un cocodrilo repleto de pequeñas estalactitas como dientes. Cargamos agua de un pequeño charco y, caminando un poco más, alcanzamos una gran sala que marca el final del Cañón.
El motor que ha movido esta incursión es la ambición, sobre todo de César y Moisés, de encontrar continuaciones donde otros (los franceses) se han estrellado reiteradamente. Digamos que nos mueve una ambición espeleológica sin medida. Hay tres asuntos pendientes, aquí, en el final del Cañón Rojo: la tolva, la desobstrucción entre boques y las galerías colgadas. Nos sentamos a comer a mano izquierda según se llega a la sala y nos damos cuenta de que hay pelos de cristal en el suelo entre las piedras. No son tan largos como los de la Rubicera pero sí muy abundantes. Solo los he visto en estas dos cuevas. Nos dedicamos a hacer un murito de cantos para indicar su presencia y protegerlos. Primero subimos a la tolva por la pedrera. El paso estrecho inicial ya ha sido ensanchado dando seguridad; da acceso a una salita dominada por una chimenea llena de bloque empotrados. Seguir por aquí es trabajo estilo titanes. Luego le lanzamos un vistazo a las galerías colgadas; hay una muy evidente y fácil de alcanzar con una sencilla escalada: es objetivo claro. Y luego esta la desobstrucción en proceso; aquí sopla un ciclón y hay algo gordo al otro lado. Merece la pena hacer el esfuerzo de intentarlo. Creo que volveremos, pero no hay que olvidar que todo esto solo puede hacerse con un amplio equipo de piraos. Donde encontrar los piraos es otro asunto diferente, ya que en nuestro club solo abunda la gente cuerda y hedonista. Pero la historia esta llena de ejemplos de piraos solitarios que han arrastrado a un gran masa humana cuerda al abismo. Quizás todavía quede alguno de esos en el SCC y consiga contagiar a los demás.
Volvemos como aviones hacia la salida. Solo que en el pocito yo me duermo una siesta de gavilán mientras espero el grito de libre para ascender. La versión de Moisés es que dio el grito pero según los que estábamos abajo no lo dio. César quiere empezar su vuelta a Madrid a una hora razonable: la de las lechuzas. Anochece cuando llegamos a Asón. La estrellas están fuera y los búhos nos observan. Pasa un avión a diez kilómetros de altura. La mayoría de los pájaros ya duermen. El Puerto de Alisas se queda atrás y hay campos de nubes hacia la costa. En Solares el ambiente es festivo y cada mochuelo se va a su olivo.
SAPOS
by Antonio Topus Magnificus
SAPOS
El 8/1/2005 Moises nos convence para llevarnos a la Sima de la Luna Llena. La sima esta en la zona de Udías y hay que ir por unas carreterillas desde la salida de la autovía de Cabezón de la Sal. Aparcamos en una zona húmeda y barrosa. Creo que estoy algo deprimido. Quizás la zona contribuye a ello. Eucaliptales y pistas. Me recuerda la cantidad de veces que hemos andado por la zona de Oreña a Novales prospectando nuestro querido Sistema de Oreña & Rosneras. Y creo que estoy cansado de este paisaje. Seguramente por los eucaliptales. Pero Moisés está entusiasmado con la Torca de la Luna Llena y canta todas sus virtudes. La verdad es que el camino hasta la Torca se hace sin problemas, aunque vamos algo rápidos para mi gusto, y que la boca es atractiva.
Hay una rampa inicial que se despeña en un amplio pozo. Una repisa rodea la continuación que es un pozo todavía más amplio. Aterrizamos en una zona de piedras y bloques que presenta una fisura impenetrable aspirando aire y continuamos por un hermoso pozo al que se accede por una rampa de piedras. Desde la base de este pozo entramos en un meandro que se desfonda en otro bonito pozo regado in crescendo según vamos bajando. Moisés instala el pozo y cuando llega a una amplia repisa me dice que me reúna con el. El sigue instalando para evitar roces y agua y por fin llega hasta el fondo de lo explorado y me llama para que baje. En resumen creo recordar que hemos bajado 4 pozos (5 si se cuenta con la repisa del último) de entre 25 y 40 metros. Nos estamos mojando los dos como sapos, y más nos vamos a mojar al subir. A mi me toca desinstalar. Salimos hasta la fisura que aspira y trabajamos un rato en la desobstrucción mientras lo permiten las baterías. Finalmente desequipamos todo y salimos al fresco. La vuelta la hacemos al atardecer. Nos damos cuenta de que la continuación en la parte más profunda de la sima es muy posible con una desobstrucción no complicada y que esa continuación llevaría con seguridad a la cueva de Udías. Pero la sima está imposible en invierno; hay que esperar al tiempo seco. Volveremos.
La Geoda
por Antonio @El topo@
La Mina de Jaravía
Mavil se acaba de mudar de casa en Molina y Dani le enseña a hacer presas de escalada. Yendo de Murcia a Lorca en el Toyota oigo a Dani contar a Mavil los problemas que ha tenido ayer con los moldes de las presas que flotan-como-una-ballena. Desde Lorca nos desviamos hacia Águilas y tenemos que decidir si vamos por el interior, pasando por Pulpí y la sierra, o por la costa, pasando por Águilas y Calarreona. Nos decidimos por lo último. La autovía supera un puerto de escasa altitud y luego se desliza hacia el mar con suavidad entre colinas desérticas, oasis y zonas de invernaderos. En la luz clara y diáfana del sur el paisaje, árido, se perfila con nitidez. El mar envuelve por el sudoeste la tierra de all-the-colors-for-your-eyes y resuelve la costa de Terreros en mil pequeñas calas. Poco después alcanzamos una desviación hacia Pulpí y tras dos kilómetros aterrizamos en Jaravía. Tenemos claro que hay que mantener la boca cerrada mientras tomamos unos cafés servidos por una dulce quinceañera que no tiene muy claro todas las variantes de cafés que existen. La boca cerrada pues la Mina de Jaravía tiene todos sus accesos bloqueados, salvo uno que tiene una puerta de hierro bien puesta, desde que se descubrió La Geoda. Todos los accesos bloqueados y las posibilidades de entrar, escasas, en manos de un Dpto. de la Universidad de Almería. Y la Guardia Civil enterada del tema y los vecinos de Jaravía también. Sin embargo Mavil, con el tesón y la suerte que le caracterizan, ha encontrado en uno de los accesos bloqueados un fallo que permite, con riesgo, acceder a la mina. Se trata de un pozo de mina bien construido -que en principio no tendría ningún peligro- en el que la “gestión de la mina” ha arrojado con una excavadora abundantes escombros que han quedado empotrados entre la obra del pozo y entre sí formando un tapón que no está completo y que permite pasar (Virgen del Socorro líbranos de todo mal).
Cuando llegamos a la explanada de la mina hay otro coche y pensamos, en un principio, que pertenecerá a un grupo de visita en La Geoda. Pero en realidad se trata de una pareja de catalanes que están buscando minerales en las escombreras. Me enrollo a hablar con ellos y largan que acaban de realizar un curso de cinco días de Gelogía y Minerales con todo organizado y que ellos se han quedado un día más. Por supuesto no les cuento lo que hemos venido a hacer. Por el contrario, les imitamos y nos dedicamos a buscar bonitos cristales de yeso, pirita, galena, siderita y otras cositas similares por todas las escombreras, pozos y excavaciones de los alrededores con la esperanza de que nos dejen el campo libre. A las dos y media llevamos casi dos horas coleccionando piedras y los catalanes picando con sus martillos todo lo que les llama la atención. Pero el hambre puede más que la curiosidad y por fin se piran. Entonces nos ponemos, febriles, al trabajo.
Instalamos el pozo a partir de un gancho del Toyota y reenviamos a partir de una colaña de madera empotrada en la torre del pozo. De aquí la cuerda pasa entre un boque mírame-y-no-me-toques y el terroso borde lleno de piedras sueltas. El primero que baja es Mavil que conoce ya la bajada. El segundo soy yo. Durante el descenso le rezo a la Virgen varias avemarías y hago promesas de ser mejor persona si salgo con vida de allí (no estoy bromeando). Bajo la montaña de bloques y escombros cuelgan colañas de madera y de hierro una de las cuales tiene seis metros y está vertical y en medio del pozo con su afilada punta mirando directo al fondo. Unos 18 metros más abajo se accede a una galería de mina pero el pozo se pierde hacia las profundidades al menos unos 50 metros. Marisa se niega a bajar y Dani baja el tercero. Una vez en la galería todo lo demás es coser y cantar. Avanzamos hasta que esta primera galería desemboca en una galería importante, por la izquierda se va a la entrada habilitada y por la derecha hacia La Geoda. Caminamos unos 500 metros tomando siempre todas las desviaciones a la izquierda. Entonces alcanzamos una galería que se estrecha formando una gatera entre vigas de madera y seguimos los cables eléctricos que van del grupo electrógeno hacia La Geoda. Una rampa, seguida de un corto pasamanos y de una escalera vertical de 7 metros, asegurada, nos conducen a una plataforma donde hay una escalerilla de aluminio. Esta escalera asciende 3 metros hasta una gatera entre cristales de yeso llamativamente grandes. Aquí empieza La Geoda. Lo que pueda contaros sobre este lugar es nada. Toda descripción se quedará corta pero lo voy a intentar: imaginaos la típica geoda que venden en las tiendas de minerales pero multiplicad por 50 o 100 su escala. Obtendréis una geoda de unos 5 metros de larga por 2 a 2.5 de ancha y 1.5 a 2 de alta cubierta de cristales de yeso transparentes de 0.5 a 1 metro (o incluso más) de tamaño. Cubierta por el techo las paredes y el suelo. La transparencia permite intuir la roca que rodea a los cristales de La Geoda. Personalmente me instalé sobre una cara horizontal de un cristal del suelo del tamaño de un pequeño sofá y me quede allí quieto entre media y una hora por que no había nada que decir. Me entró un estado reverencial frente a una maravilla tal. Permitidme que os diga que, aunque hemos entrado furtivamente a La Geoda, antes de entrar, nos cambiamos a luz eléctrica de leds y nos quitamos las botas y toda la ropa sucia para entrar en calcetines y ropa limpia. Es lo menos que puede hacerse.
De vuelta hacia la salida recogimos algunos trozos de mineral de las escombreras en las galerías y nos entretuvimos calculando las posibilidades de entrar por algún otro pozo más seguro. Desde luego durante el ascenso por el pozo tuve tiempo de encomendarme a Todos los Santos. Os confieso que no volveré a entrar por ese pozo aún a pesar de la maravilla que defiende. Fuera ya, el atardecer hace que los colores sean más cálidos. Volvemos hacia Murcia contentos de haber contemplado La Geoda.
lunes, enero 10, 2005
CONVOCATORIA DE ASAMBLEA ORDINARIA ANUAL S.C.C.:
CONVOCATORIA DE ASAMBLEA ORDINARIA ANUAL S.C.C.: ORDEN DEL DIA 1- Estado de cuentas 2- Licencias federativas 2005 (los precios son los siguientes: Básica A 38 €; Básica B 43 €;Plus A 55 €; Plus B 64 €. Se recuerda a todos que no se federará a nadie que tenga cuotas pendientes del 2004) 3- Zonas exploración 4- XVIII curso de iniciación 5- Celebración del 30º Aniversario 6- Ruegos y preguntas. La asamblea comenzará a las 20,30 h del día 14 de Enero. Saludos a todos.