Os adjunto unas lineas del cronista oficioso (u oficial) del Speleo :-), la verdad que la Hoyuca es una gran cueva.. pero para conocerla!!!. Cuando sales te queda un buen sabor.. sobre todo el de haber entrado en una ratonera variada y.. haber salido de ella.. :-) tiene gran variedad de fenomenos karsticos, formaciones, meandros, y "GATERAS".. sin adornos, ni muchas concreciones calizas eso si.... sin embargo, una cueva a visitar mas a menudo... no tengo muy claro lo de los niveles de agua en momentos de lluvia.. es mi unico "pero"..
Bueno.. recomiendo la lectura.. sobre todo cuando Antonio describe la velocidad a la que salgo de la cueva, comparado con la que entraba en ella.. :-DDD
"Hoy viernes 9 de Septiembre voy a la reunión del club para contactar con Moisés y darle la taladradora Maquita a Juan. Llego media hora tarde, está lloviendo y no veo a nadie. Me meto en el coche a esperar y al cabo de un rato se adivina a Manu por la puerta del Polideportivo. Toco el claxon un par de veces y se acerca. Charlamos en el interior del coche de coches, cuevas y huertos. Cuando ya hemos abandonado toda idea de que aparezcan más socios del club llega Manrique con su furgoneta y al vernos se une a nuestra reunión. Como no hay una perspectiva de meteo demasiado halagüeña quedamos para hablar el sábado por la noche. Ambos se han mostrado interesados en Hoyo Salcedillo.
El sábado llueve de forma intermitente y cuando hablamos no vemos claro lo de Hoyo Salcedillo. Decidimos ir a la Hoyuca cuya aproximación es de 2 minutos. Seguramente Manu no vendrá. El domingo amanece lluvioso. Manrique me llama ya algo tarde y ambos estamos con ánimo otoñal. Se viene por mi casa y desde aquí partimos hacia Riaño vía Hoznayo. Nos cambiamos entre el cielo abierto y el interior de la furgoneta. Los chubascos cantábricos han reaparecido de nuevo. Le planteo a Manrique dos alternativas: bien darnos un paseo por la red de entrada de la Hoyuca para luego ponernos el neopreno y seguir hacia dentro o lanzarnos directamente a alcanzar el Astradome, vía Gorilla’s Walk, con un neopreno puesto desde el mismo coche. Manrique prefiere la segunda opción y yo también. Me ilusiona volver al Astradome. Y me ilusiona más aún alcanzar en próximas incursiones Armagedon y Rocky Horror. Pero de momento seremos más modestos.
Aunque esta lloviendo muy en serio, en cuanto alcanzamos el porche de la cueva nos sorprende la sequedad de la tierra. La pendiente que conduce a la pequeña boca, que suele estar formada por barrillo, hoy es tierra seca y agrietada. Y las pequeñas salas y galerías de la red de entrada no tienen goteos ni charcos. Elegimos la ruta clásica hacia el primer río. Al poco llegamos al arroyo gateroso que otras veces lleva bastante agua. Esta vez no lleva ni una gota. Solo le queda la humedad. Nos arrastramos por un laminador que nos empareda entre gravas (del arroyo húmedo) y techo. Entre la charla que mantenemos se me desliza el mote que yo le doy a esta cueva: “la universidad de las gateras”. Creo intuir que Manrique tuerce el gesto y pone cara de asustarse. A continuación viene una sucesión de gaterillas y salas con galerías tipo pasillo humano. Es un encanto de sitio. Manrique comprende que la sensación de ratonera puede hacerse importante en los confines de esta cueva. Y todavía está por llegar lo más interesante.
Un paso entre bloques y un arroyo rastrero nos depositan en una playa de un recodo del primer río. Aguas arriba el río sifona conectando con el primer tramo de este río. Este punto es el comienzo de Gorilla’s Walk . Al principio todo es un poco confuso por los grandes bloques planos que dividen la galería en niveles y calles. Pero al cabo de 200 metros o menos solo queda el río que inunda el laminador. La altura oscila entre “de ir doblado” a “ir gateando”. Lo prolongado de este tramo (según calculo en la topo Gorilla’s Walk debe andar por el km. de recorrido) hace que los músculos de la espalda y de las piernas se resientan. Pero si se toma con calma, descansando y sentándose a menudo, es llevadero y bonito. Hay formaciones semiinundadas y zonas profundas y transparentes con el techo perfectamente plano. Cuando debemos haber superado la mitad y hemos dejado atrás un afluente por la dch. Manrique me insinúa que se siente cansado. Como yo tengo el ánimo otoñal enseguida me adhiero a la idea de volver hacia la salida.
Observo que Manrique está más ágil y veloz ahora que estamos volviendo que cuando entrábamos. Al entrar tenía que esperarle brevemente y ahora me pisa los talones. Dudo de que sea consciente de su cambio de velocidad. Rápidamente dejamos atrás la entrada a Quadraphenia y nos ponemos en la amplia galería zigzageante que nos lleva a la red de salida. Siempre me encanta el tamaño y el suelo arenoso de esta galería. En uno de los últimos recodos se puede elegir otra ruta hacia la salida por la red de entrada y la elijo para mostrarle a Manrique la variedad de la cueva.
Nos metemos hacia la izquierda en un gran recodo a la derecha. Enseguida se llega a un meandrito ascendente que, tras una corta zona horizontal, tiene que escalarse. La escalada es divertida y fácil. Así se alcanza un tubo de ¾ de metro de diámetro que en breve se despeña en otro meandrillo. Este es más delicado. Hay que destreparlo con cuidado en vertical. Hay buenas presas para los pies y puedes empotrarte sin problemas. De hecho hay un spit arriba. Pero no es necesario si ya conoces el sitio. El meandrillo se prolonga en una galería horizontal que tiene varias ramas interesantes. Pero conservando la dirección se llega a una ventanita que si se salta te deposita en la salita de la entrada donde ya se ve la luz del día y hay caquitas de zorro. En unos cuantos agaterados pasos más estas saliendo.
El día resplandece de forma espectacular. Los colores están nítidos y el cielo es profundo. La lluvia y el frente se han llevado todo el polvo. Solo quedan aire y nubes. Nos vamos a mi casa e invito a Manrique a comer una comida que cocino sobre la marcha. "