El empeño!!
por Antonio Gonzalez El sueño de todo espeleólogo es encontrar una cueva que dé satisfacciones al explorar; es decir buenas galerías y a ser posible cómodas, mucho terreno que explorar, formaciones, pozos molones & similares. Hace relativamente poco en una visita turística a la Sima del Carrio (que realicé intrigado por el hecho de que sus galerías estan entre 300 y 400 metros por encima de Hoyo Salcedillo) descubrí que las galerías de la sima conducen corrientes de viento y algunas de ellas muy fuertes. Fue así como se inicio mi interés por esta sima. Durante varias salidas reequipamos sus pozos y reconocimos de forma general la cueva, lo que nos reafirmó en nuestras primeras impresiones. Y hace unos meses realizamos nuestra primera salida de exploración que nos llevo hasta la Sala del Hueso en donde, trás un reconocimiento detallado, encontramos un paso estrecho soplador (Paso Luis XIV) que requirió una corta desobstrucción. Tras ello pudimos recorrer una galería -bautizada como Galería del Tigre, el Gato y el Ratón (TGR)- que, en aquel momento, estimamos como de un km. más o menos y que nos condujo hasta la Sala de la Esperanza en la que confluyen un torrente caudaloso, una chimenea gigantesca y la Galería TGR. Este último sábado 1 de Mayo, y trás muchas tentativas frustradas por el tiempo u otras adversidades, hemos vuelto al Carrio. La cosa esta dudosa hasta el sábado por la mañana debido al tiempo, como siempre. Y es que la Sima del Carrio esta a 1400 metros de altitud en la la vertiente Noroeste del macizo del Porracolina, lo que significa que la mayoría de los frentes golpean duro allí; además la boca esta desprotegida por completo. Así pues Moises, Luis y César quedan conmigo en Solares a las 8 de la mañana y poco después, todos juntos en el coche de César, ya estamos en Vadició. El tiempo está muy frío, pero parece estable y se observa que las nevadas de los dias anteriores no tienen continuidad en el terreno. El ascenso, de 800 metros, lo hacemos a paso de guerrilleros en una hora y cuarto llegando a la boca sudaos y hartos. La primera sorpresa nos espera alli mismo: un embudo de nieve tapiza las pendientes de la dolina y oculta la cabecera de la instalación. Rapidamente instalamos desde la ladera de enfrente, en un afloramiento de roca compacta y buena, un par de parabolts. Tenemos suerte de que la cuerda que traemos sea de 80 metros, pues algo mas corta no habría dado desde la nueva cabecera. La bajada esta salpicada de goteras abundantes y de chaparrones de nieve. Debido al formidable tapón de nieve la remontada entre el pozo de entrada y el de 35 metros se ha reducido a algo más de 2 metros y la cuerda que tenemos en el pozo de entrada esta tan pisada por el peso de la nieve que es imposible utilizarla. En este ambiente de nevera las ideas se nos refrescan rapidamente y el cuerpo también, asi que en cuanto el último toca tierra en la red de galerías horizontales salimos a toda marcha. Seguimos el itinerario más cómodo hacia la Sala del Hueso: Río de la Sima-conexión-Río de los Pigmeos-conexión-Río de los Puentes hasta el enlace con el Río de la Servidumbre. Paramos a organizar la logística: mientras César y Luis van a ir a topografiar la galería TGR Moises y yo iremos al punto más bajo de la sima (-185), provistos de cuerdas y material para equipar por si hubiera resaltes, y exploraremos las posibilidades de continuación en este punto. Por si las moscas quedamos a las 6 en donde nos separamos. Pronto Moises y yo descubrimos que los pozos son ocupan laterales de la galería principal y que desde -160 se va bajando por resaltes y bloques hasta -185 sin necesidad de cuerdas; allí se observa un gran desprendimiento de bloques con abundante corriente (saliente el sábado) que obstruye la galería; a nivel del techo de la galería la desobstrucción parece posible. Por el lateral derecho de la galería Moises explora una diaclasa con chimenea ascendente que, según el, tiene muchas posibilidades. De vuelta ya, abandonamos todo el peso superfluo en el punto de encuentro y vamos a reunirnos con César y Luis a los que alcanzamos cerca de las chimeneas de la Galería TGR. Nos quedamos César, Luis y yo para agilizar el resto de la topo y Moisés prosigue para explorar las continuaciones de la Sala de la Esperanza. La topografía avanza a buen ritmo con tiradas de hasta 20 metros. Al cabo de bastante tiempo (el tiempo pasa volando mientras trabajamos) Moisés vuelve mojado y casi eufórico y nos cuenta de las galerías y el río que ha descubierto más allá de la Sala de la Esperanza. Nos ponemos todos a hablar con excitación y es difícil meter en cintura al grupo y terminar el trabajo de topo. Moises regresa a algún lugar resguardado para descansar y calentarse mientras nosotros acabamos el corto tramo que resta hasta la Sala de la Esperanza. En total salen 960 metros de topo sin contar ninguna de las galerías laterales. Y comenzamos la vuelta que se convierte poco a poco en un duro empeño por no reventar los músculos lumbares. Encontramos a Moises en un rincón de la segunda chimenea hecho un pajarito; para no helarse se ha metido el carburero encendido bajo la camiseta haciendo una especie de tienda de campaña. La TGR se hace muy larga y empezamos a pensar que mejor hubiera sido no "empeñarse" tanto en explorar. Al erguirnos de nuevo, ya cerca de la Sala del Hueso, hemos olvidado la posición erecta. La reventada se va notando y de vez en cuando paramos a resoplar para seguir resoplando. Moises quiere salir el primero para no helarse y bajar al coche sin pausa para no quedarse en el exterior como un témpano. El orden de salida será: Moises, Luis, César y el último yo como siempre. Me cuesta deshacer los nudos de la cuerda y las mojaduras del pozo de 35 me han dejado empapado. Además, para amenizar, caen chaparrones de nieve granulada. El penultimo fraccionamiento requiere algunas virguerias y equilibrios pero no pasa nada y además no hace viento, ni nieva, ni llueve, hay un poco de luz y la niebla no es densa. A contrareloj recogemos todo nos abrigamos y ayudados por las linternas y la Luna descendemos. Durante el descenso el cielo se muestra con todo su explendor hacia el Norte tachonado de estrellas y del planeta Venus que parece al alcance de la mano. A las 11 y pico hemos alcanzado el refugio del coche. El termómetro marca 2º y los perros de la casa de Oscar ladran con ahínco excitados por el jaleo que montamos y por mi vacilón gu-gu-gu. Quedamos en que volveremos al Carrio pero no mañana.
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