Sopa de Ganso
Por Antonio GOnzález El sábado pasado el Ganso es lo que estuvimos haciendo cuando Noelia, Pablo y yo nos fuimos al Torcón de la Calleja Rebollo con el BMW de Pablo por el puerto de Fuente las Varas hasta Sel de Souto en Matienzo y nos bajamos del coche y nos cambiamos y nos pusimos a preparar los carbureros y utilizamos una bolsa de plástico, donde echamos el polvo de carburo, con un agujero que fabricó un anagrama en el asfalto. Y luego, cuando anduvimos hasta las cancelas y saltamos los sospechosos pastores eléctricos e invadimos la intimidad de un toro semental y de su vaca acompañante (en este punto no debieramos olvidar la primavera imperando y aromatizando con dulzor de flores de color malva todo el bucólico entorno) mientras el toro nos enviaba miradas sospechosas que nos hacían sospechar de su actuación posterior aunque luego giraron, el toro y la vaca acompañante, con parsimonia y se alejaron placidamente, hoyando el prado con agujeros de un palmo de profundo que nos hicieron pensar en un posible pisotón, y también nos obligaron a recordar a Pablo que el cordón de su bota derecha estaba suelto como en muchas otras ocasiones. Y después, cuando de forma cómica descendimos la herbosa y deslizante pendiente que da acceso al pequeño agujero vertical que da entrada al Torcón y del que se había desinstalado la cuerda y del que se resurge sobre una oquedad que amenaza, si no prestas la atención adecuada y sometes a una ágil actuación, con hacerte caer sobre unas duras piedras dos metros más abajo; y siempre acompañados por las dos sacas que deben bajar independientes pero solicitando nuestra atención como una grácil doncella que te hace mohines cuando está pidiendo en realidad que la adores con un mensaje no verbal. Y luego al comentar que la cueva es encantadora y coqueta, llena de rincones con gracia y bien decorados y con hábiles maneras de divertir al personal con juegos del tipo "sube una cuerdecita", "baja una cuerdecita", "pasa por una gatera" (y es aquí donde uno de los espeleólogos sugiere llamar gusaneras a algunas mal llamadas gateras, como la Chocolate Slice, y que incluso podría haber ratoneras, leoneras, giraferas y conductos para todo un parque zoológico; porque decidme: ¿que razón existe de que solo vaya a haber gateras? ¿en donde queda nuestro sentido democrático y el principio de igualdad de oportunidades? ¿acaso no tiene una lombriz el mismo derecho que un gato a que se utilice su nombre para bautizar una manera de moverse?; debido al método de avance y a su longitud una lombriz tiene muchas más posibilidades que un gato de practicar espeleo; pero no nos despistemos de nuestro principal objetivo que es narrar de forma objetiva el transcurso de una visita al bonito Torcón de la Calleja Rebollo). Y luego, disponiéndonos a deslizarnos con ligereza y donosura por un pasamanos, al que cada uno, en razón de la libertad de expresión que debe regir en un Estado de Derecho como el nuestro, elige pasar de una manera; y mientras uno hace un pasapiés el otro hace un pasaculos y un tercero hace un pasodoble de forma que la creatividad es una constante del grupo que disfruta jocosamente con todas las ocurrencias colectivas y personales, que de todo hay en este día. Y algo después, llegando al pocete por zonas resbalosas y simpáticas ¡ten cuidado por ahí! ¡ten cuidado por allá!, ¡por este lado es más fácil! ¡por allí te caes en la trampa de la Hormiga León!, todo ello salpicado de memeces como ¡me resbalo!, ¡me caigo!, ¡vaya batacazo! y similares, de solaz general para todos los participantes. Y luego, ya de vuelta, ensayando un nuevo método para arrastrar las sacas por la gusanera (cf. ver más arriba) consistente en pasar la saca anclada al arnés por un cordino algo largo, con el objeto de poder mover las extremidades inferiores con mayor facilidad, seguido de cerca por el siguiente espeleólogo/a que liberará la saca en caso de que se quede enganchada en algún estorbo que a su vez lleva otra saca anclada y así sucesivamente… de forma que si hay n espeleólogos deberá haber n-1 sacas, es decir una menos que espeleólogos. Y más tarde al irnos a visitar una zona a la que se accede por una ratonera que, dependiendo de la habilidad de cada uno, nos agasajará con un premio consistente en "charco en las narices y los morros, con viento para amenizar la mojadura" y también al seguir después por un corto ascenso en jirafera que nos llevará a una sala, Bazs Chamber, generosa y goteante (de la que parte una primera ruta de ratoneras-amenazadas-de-derrumbe-general-de-techos que no nos animaremos a seguir y otra ruta que por bonitas gateras escondidas entre formaciones nos llevara a una segunda sala y de seguido por una lagartijera a la que se accederá por el techo nos llevará a una tercera sala y continuando por una gallinera amenazada por roca guillotinante nos llevará a una cuarta sala de la que por una arañonera con un pasamanos equipado se saldrá hacia una zona desconocida, fuera de topografía, que no visitaremos por el hambre). Y después, mientras volvemos al comienzo de la gusanera y comemos la comida que habíamos trasladado en las sacas, comida consistente en pan con el contenido de una lata de pulpo en aceite seguido de pan con chocolate y algún dátil, esto por mi parte, y por parte de Pablo y Noelia consistente en unas latas de ensalada acompañadas con pan y alguna cosa más, si bien es cierto que Noelia y Pablo habrán devorado en tres (¿?) ocasiones chocolate y barritas energéticas acompañando la ceremonia de abundantes expresiones de hambre y desfallecimiento y también de ofertas para compartir dicha ceremonia conmigo, lo que parecerá exorcizar un hambre primigenia que nos retrotraería a la ansiedad primordial, la cual teoría es, en parte, confirmada o hecha plausible por las palabras de Noelia "podría ser" o quizás algunas palabras similares. Y más tarde, mientras nos encaminamos, previa vuelta parcial hacia la salida, a una gran sala (Sala sin Nombre "hanging joints in roof" en la topo), a la que se accede por una humanera con bellas decoraciones y unos pozos ramposos, con puentes de roca y recovecos divertidos y juguetones, y en los cuales nos tropezaremos con una discusión de fondo -suscitada aparentemente por la técnica de Noelia en los fraccionamientos- entre Pablo y Noelia acerca de sus respectivos caracteres, que se prolongará -aún a pesar de las bellas helictitas y banderas y cristales del techo de la sala que todos admiraremos- por espacio de más de quince minutos durante todo el recorrido por la sala y la vuelta a la base de los pozos. Y después, durante el retorno a la salida en donde montaremos una sencilla logística consistente en que uno subirá la grieta de salida con el cabo de la cuerda, y extraerá las sacas formando un tren que otro ayudará en su ascenso; y finalmente, durante el descanso en la boca del Torcón, todos sonrientes y rodeados del perfume de millones de flores malva y de las señales dejadas por un día espléndido, evaluando las razones de habernos enterrado y filosofando en diferentes claves acerca de estas actividades que a lo largo de un día de ocio, como se supone que son los sábados y domingos y algunos otros días, hemos realizado los tres. E incluso despues, en el tranquilo descenso, solo roto por el agresivo entusiasmo de los perros de Sel de Souto, y en la corta estancia en el Bar de Germán, para tomar tónicas y zumos que todos nos pelearemos por pagar (¡!), la nota dominante habrá sido: hacer el Ganso.
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